11 abr 2015

Botica no se cierra


Esta Semana Santa ha sido, bajo mi opinión como espectador tranquila. El clima ha acompañado, pero por lo visto cuando en Cadiz no llueve el tema a tratar es la carga o los itinerarios. Si no hay problemas nos lo inventamos o mejor dicho, lo provocamos.
El espectáculo cultural gracias a las manos de los distintos escultores que la historia ha dejado en Cádiz ha sido grande, como siempre.

El gaditano tiene una historia de 3000 años y meses, es hora de ir aprendiendo. No cabe en cabeza que el Despojado en seis años que lleva desde su aparición por las calles de Cádiz, lo hallan abucheao más  que a la alcaldesa, que lleva 20 (y tiene unos andares muchos más ligeros que dicha cofradía).

Este es el punto, donde se demuestra que la rebeldía que se quiere dar al exterior es ridícula.
Una ciudad que según la historia la avala la libertad, la creación de la constitución española, y otros muchos episodios históricos. Lo mismo he dicho y repetido mil veces, siendo yo primero participe de la otra fiesta, el carnaval, nada más que somos capaces de reivindicar en tangos, pasodobles y cuplés, arropados por un público que lo aplaude to pero que a la hora de la verdad tiri ri ri… y claro, así nos va.

Abuchear se ha puesto de moda, es que como si nos gobernara Mourinho, hacer gala de chulería escondidos entre la masa me recuerda cuando algún chufla parapetado en el gin tonic y arropado por una docena de carajotes carnavalescos intentan desestabilizar a la agrupación que en ese momento canta en el Falla. Somos revolucionarios de escondite.
En Cadiz el que quiera hacerse el gracioso, como es mi caso, sabe que tiene un tiempo precioso que te da el patronato para hacer lo que quieras  y meterte con quien te dé la gana, con el Despojado, Nazareno,  Alcaldesa y hasta con el jardinero del parque. Pero cuando se está en la calle observando una representación de arte como es un paso y se está en el tiempo donde el que sea creyente está rezando detrás de una imagen, (equivocadamente o no), pidiéndole algo para un familiar, o un amigo o salud para todos, tiene cohones que cuatro chuflas insulten (sin gracia ninguna, por cierto) a una corporación o a una junta de gobierno, sin respetar a la imagen que dicho creyente (equivocadamente o no), está sufriendo.

El que no le guste una cosa que se vaya a mismísimo carajo (como se merece escribir en Cai), pero si te quedas no hagas el tonto en una ceremonia en la que no pega hacer reír, ni llorar, porque para eso se encargan las personas que por necesidad, van llorando detrás de un santo pidiendo ayuda desesperadamente. 

He dicho.


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